Al acabar el campeonato la junta directiva del club emitió un comunicado en el que alababa la labor del entrenador y culpaba de los malos resultados a los jugadores. Se había conseguido atraer a nuevos aficionados, económicamente se empezaba a mejorar, y deportivamente era un bloque de jugadores que podrían desempeñar un buen papel en Segunda B. 12.000 personas volverían a llenar el templo granate, dispuestos a vibrar con su equipo como hacía años que no sucedía.