Mientras tanto, entre la avenida Manuel Rodríguez y la calle Negrete de esta hermosa ciudad, se elevaba majestuosa la colorida y gigantesca carpa del famoso circo. El señor del orden, llevaba puesto un antifaz dorado, que hacía juego con los botones de la chaqueta y la hebilla de su cinturón. En la velada circense, como atracción principal, había un ilusionista que hacía desaparecer casas, ciudades y también circos. En ocasiones se le suele referir erróneamente por su antiguo apelativo de Real Madrid «B», debido al carácter de «segundo equipo» de la entidad, y denominación habitual en los equipos filiales de España.